EXTRAIT DE LA NOUVELLE " LA LENGUA DE LAS MARIPOSAS " de MANUEL RIVAS

1er extrait en espagnol (début de la nouvelle) 
2ème extrait en espagnol (fin de la nouvelle) 

 

1er extrait en espagnol (début de la nouvelle) :

" Ya veràs cuando vayas a la escuela ! "

Dos de mis tíos, como muchos otros jóvenes, habían emigrado a América para no ir de quintos a la guerra de Marruecos. Pues bien, yo también soñaba con ir a América para no ir a la escuela. De hecho, había historias de niños que huían al monte para evitar aquel suplicio. Aparecían a los dos o tres días, aterirados y sin habla, como desertores del Barranco del Lobo.

Yo iba para seis años y todos me llamaban Pardal. Otros niños de mi edad ya trabajaban. Pero mi padre era sastre y no tenía tierras ni ganado. Prefería verme lejos que no enredando en el pequeño taller de costura. Así pasaba gran parte del día correteando por la Alameda, y fue Cordeiro, el recogedor de basura y hojas secas, el que me puso el apodo : " Pareces un pardal ".

Creo que nunca he corrido tanto como aquel verano anterior a mi ingreso en la escuela. Corría como un loco y a veces sobrepasaba el límite de la Alameda y seguía lejos, con la mirada puesta en la cima del monte Sinaí, con la ilusión de que algún día me saldrían alas y podría llegar a Buenos Aires. Pero jamás sobrepasé aquella montaña mágica.

" Ya verás cuando vayas a la escuela ! "

Mi padre contaba como un tormento, como si le arrancaran las amigdalas con la mano, la forma en que el maestro les arrancaba la jeada del habla, para que no dijesen ajua ni jato ni jracias. " Todas las mañanas teníamos que decir la frase Los pájaros de Guadalajara tienen la garganta llena de trigo. Muchos palos llevamos por culpa de Juadalagara ! " Si de verdad me quería meter miedo, lo consiguió. La noche de la víspera no dormí. Encogido en la cama, escuchaba el reloj de pared en la sala con la angustia de un condenado. El día llegó con una claridad de delantal de carnicero. No mentiría si les hubiese dicho a mis padres que estaba enfermo.

El miedo, como un ratón me roía las entrañas.

Y me meé. No me meé en la cama, sino en la escuela.

Lo recuerdo muy bien. Han pasado tantos años y aún siento una humedad cálida y vergonzosa resbalando por las piernas. Estaba sentado en el último pupitre, medio agachado con la esperanza de que nadie reparase en mi presencia, hasta que pudiese salir y echar a volar por la Alameda.

"  A ver, usted, ¡ póngase de pie! "

El destino siempre avisa. Levanté los ojos y vi con espanto que aquella orden iba por mí. Aquel maestro feo como un bicho me señalaba con la regla. Era pequeña, de madera, pero a mí me pareció la lanza de Abd el Krim.

¿ Cuàl es su nombre ? "

" Pardal ".

Todos los niños rieron a carcajadas. Sentí como si me golpeasen con latas en las orejas.

¿ Pardal ? ".

No me acordaba de nada. Ni de mi nombre. Todo lo que yo había sido hasta entonces había desaparecido de mi cabeza. Mis padres eran dos figuras borrosas que se desvanecían en la memoria. Miré hacia el ventanal, buscando con angustia los árboles de la Alameda.

Y fue entonces cuando me meé.

Cuando los otros chavales se dieron cuenta, las carcajadas aumentaron y resonaban como latigazos.

Hui. Eché a correr como un locuelo con alas. Corría, corría como sólo se corre en sueños cuando viene detrás de uno el Hombre del Saco.

 

Traduction :

" Tu verras quand tu iras à l’école ! "

Deux de mes oncles, comme beaucoup d’autres jeunes avaient émigré en Amérique pour ne pas aller comme conscrits à la guerre du Maroc. Hé bien moi aussi je rêvais d’aller en Amérique pour ne pas aller à l’école. En fait il y avait des histoires d’enfants qui s’enfuyaient dans la montagne pour éviter ce supplice. Ils réapparaissaient au bout de deux ou trois jours atterrés, muets tout comme les déserteurs du " Barranco del Solo " (ravin au loup).

J’allais avoir six ans et tous m’appelaient " Moineau ". D’autres enfants de mon âge travaillaient déjà. Mais mon père était tailleur et il n’avait ni terres, ni bétail. Il préférait me voir loin plutôt que de me savoir entrain de faire des bêtises dans le petit atelier de couture. C’est ainsi que je passai une grande partie de la journée à courir sur la Alemada (promenade plantée d’arbres : les espagnols s’y promènent avant le repas du soir) et c’est Cordeiro le cantonnier qui me donna ce surnom : " Tu as l’air d’un moineau ".

Je crois que jamais je n’ai couru autant que cet été là qui précédait mon entrée à l’école. Je courais comme un fou et parfois j’allais au-delà des limites de la promenade (Alemada) et je continuai loin le regard posé sur la cime du mont Sinaï, avec cette illusion qu’un jour il me pousserait des ailes et que je pourrai aller à Buenos-Aires. Mais jamais je n’allai au-delà de cette montagne.

"Tu verras quand tu iras à l’école ! "

Mon père racontait comme s’il s’agissait de quelque chose qui l’avait fait souffrir, comme si on lui arrachait les amygdales à la main, la façon dont son maître d’école corrigeait leur prononciation en leur arrachant la jota pour qu’ils ne disent plus " jato " au lieu de " gato " (chat) ou " jracias " au lieu de " gracias " (merci). " Tous les matins nous devions dire la phrase les oiseaux de Guadalajara (Castille) ont la gorge pleine de blé . Nous recevions des raclées à cause de la mauvaise prononciation. Si mon père souhaitait vraiment me faire peur, il y réussit. La nuit précédent la rentrée des classes je ne dormis pas. Recroquevillé dans mon lit j’écoutais sonner les heures à l’horloge avec l’angoisse d’un condamné. Le jour arriva aussi clair que le tablier du boucher. Je n’aurai pas menti si j’avais dit à mes parents que j’étais malade.

La peur, telle une souris, me rongeait les entrailles.

Et j’ai pissé sur moi. Pas dans mon lit mais à l’école.

Je m’en souviens très bien tant d’années ont passé et je sens encore quelque chose d’humide et honteux qui me dégouline entre les jambes. J’étais assis au dernier pu^pitre à moitié accroupi avec l’espoir que personne ne remarque ma présence jusqu’à ce que je puisse enfin sortir et m’envoler vers la promenade.

" Voyons, vous, mettez vous debout ! ".

Le destin prévient toujours. Je levai les yeux et je vis avec terreur que cet ordre m’était adressé. Ce maître laid comme un pou me désignait de sa règle. Elle était petite, en bois mai spour moi c’était la lance d’Abd-El-Krim.

" Quel est votre nom ? ".

" Moineau ".

Tous les enfants se mirent à rire à gorge déployée. J’eus l’impression qu’on me tapait les oreilles avec des boîtes de conserve.

" Moineau ? ".

Je ne me souvenais de rien pas même de mon prénom. Tout ce que j’avais été jusqu’ alors avait disparu de mon esprit. Mes parents étaient deux personnages flous qui s’évanouissent de ma mémoire. Je regardai vers les fenêtres cherchant avec anxiété les arbres de la promenade.

C’est alors que je pissai dans ma culotte.

Quand les autres gamins s’en aperçurent, les rires redoublèrent et ils résonnaient dans ma tête comme des coups de fouet.

Je m’enfuis. Je me mis à courir tel un fou avec des ailes. Je courrais, je courrais comme on ne court qu’en rêve lorsque le Voleur d’enfants vous poursuit.

haut de page

2ème extrait en espagnol (fin de la nouvelle) :

Un guardia entreabrió la puerta y recorrió el gentío con la mirada. Luego abrió del todo e hizo un gesto con el brazo. De la boca oscura del edificio, escoltados por otros guardias, salieron los detenidos. Iban atados de pies y manos, en silente cordada. De algunos no sabía el nombre, pero conocía todos aquellos rostros. El alcalde, los de los sindicatos, el bibliotecario del ateneo Resplandor Obrero, Charli, el vocalista de la Orquesta Sol y Vida, el cantero al que llamaban Hércules, padre de Dombodan… Y al final de cordada, chepudo y feo como un sapo, el maestro.

Se escucharon algunas órdenes y gritos aislados que resonaron en la Alemada como petardos. Poco a poco, de la multitud fue saliendo un murmullo que acabó imitando aquellos insultos.

" ¡Traidores ! ¡Criminales ! ¡Rojos ! "

" Grita tu también, Ramón, por lo que más quieras, grita ! " Mi madre llevaba a papá cogido del brazo, como si lo sujetase con todas sus fuerzas para que no desfalleciera. ¡ Que vean que gritas, Ramón, que vean que gritas ! "

Y entonces oí como mi padre decía : " Traidores ! " con un hilo de voz. Y luego, cada vez más fuerte, " ¡Criminales ! ¡Rojos ! " Soltó del brazo a mi madre y se acercó más a la fila del soldado, con la mirada enfurecida hacia el maestro. ¡ Asesino ! ¡Anarquista ! ¡Comeniños ! "

Ahora mamá tratata de retenerlo y le tiró de la chaqueta discretamente. Pero él estaba fuera de sí. ¡ Cabrón ! ¡Hijo de mala madre ! " Nunca le había oído Ilamar eso a nadie, ni siquiera al árbitro en el campo de fútbol. " Su madre no tiene la culpa, eh Moncho ?, recuerda eso ". Pero ahora se volvía hacia mí enloquecido y me empujaba con la mirada, los ojos llenos de lágrimas y sangre. " Grítale tú también, Monchino, grítale tú también ! "

Cuando los camiones arrancaron, cargados de presos, yo fui uno de los niños que corrieron detrás, tirando piedras. Buscaba con desesperación el rostro del maestro para llamarle traidor y criminal. Pero el convoy era ya una nube de polvo a lo lejos y yo, en el medio de la Alemada, con los puños cerrados, sólo fui capaz de murmurar con rabia : ¡ Sapo ! ¡Tilonorrinco ! ¡Iris ! "

 

 

Traduction :

Un garde civil entrouvrit la porte et parcourut la foule du regard. Ensuite, il l’ouvrit complètement et fit un geste du bras. De l’obscurité béante de l’édifice, sous escorte des autres gardes, les détenus sortirent. Ils avançaient attachés aux pieds et aux mains, en cordée. J’ignorais le nom de certains mais je connaissais tous ces visages. Le maire, ceux des syndicats, le bibliothécaire de l’Athénée " Splendeur ouvrière ", Charli le chanteur de l’orchestre " Sol y vida ", le tailleur de pierres qu’on appelait Hercule, père de Dombodan… et à la fin de la cordée, bossu et laid comme un crapaud, le maître d’école.

On entendit quelques ordres, quelques cris isolés qui résonnèrent sur la promenade comme des pétards. Et peu à peu, de la foule sortit un murmure qui à la fin imitait ces insultes.

" Traîtres ! Criminels ! Rouges ! "

" Crie toi aussi Ramon sur ce que tu as de plus cher, crie ! " Ma mère tenait le bras de mon père comme si en réalité elle le soutenait pour qu’il ne défaille pas. " Qu’ils voient bien que tu cries Ramon, qu’ils le voient ! "

Et alors j’entendis mon père comme il disait : " Traîtres ! " avec un filet de voix. Et ensuite à chaque fois plus fort, " Criminels ! Rouges !. Il lâcha le bras de ma mère et se rapprocha des rangs de soldats en lançant des regards furieux au maître. " Assassin ! Anarchiste ! Espèce d’Ogre ! "

Maintenant maman essayait de le retenir et elle le tira discrètement par son veston. Mais il était hors de lui. " Salaud ! Fils de pute ! " Jamais je ne l’avais entendu traiter personne de la sorte, pas même l’arbitre de football. " Sa mère n’est pas responsable, hein, Moncho, souviens toi de cela. " Mais à présent il se retournait vers moi comme devenu fou et il m’incitait du regard, les yeux pleins de larmes et de sang. " Crie toi aussi Moncho. Crie toi aussi ! "

Quand les camions démarrèrent, chargés de prisonniers, je fis partie des enfants qui couraient derrière, jetant des pierres. Je cherchais désespérément le visage du maître pour l’appeler traître et criminel. Mais le convoi n’était déjà plus qu’un nuage de poussière au loin et moi au milieu de la promenade, les poings serrés, je ne fus capable que de murmurer avec rage : " Crapaud ! Espèce de papillon d’Australie ! (Tillonorinco), papillon Arc en Ciel ! (Iris)

haut de page